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Cartel del musical |
El lujo y la ostentación se apoderan de la ciudad de Madrid. Dos enormes escenarios levantados, amén de 200 confesionarios que animan el paisaje del parque de El Retiro con su blancura reluciente cual veleros y que sus diseñadores y constructores lógicamente querrán cobrar... ¡Que Dios nos pille confesados!... Nuevas carreteras en Cuatro Vientos, calles cortadas al tráfico en el centro de Madrid, rutas de autobuses modificadas... Comerciantes que se frotan las manos con las suculentas ganancias que piensan obtener, cientos de miles de voluntarios de la organización que hacen publicidad de un banco, el logotipo en sus camisetas verdes es perfectamente reconocible... Y nuestro visionario "olímpico" Alcalde Ruíz-Gallardón que también sueña con la publicidad que supone colocar a Madrid en el centro de la atención mundial. Ya empezó el calvario o el espectáculo para sus habitantes, según se mire. En muy pocos días Madrid se está poniendo patas arriba y habría que decirle al señor Rubalcaba que no es el 15M el culpable.
Pobres de nosotros, los madrileños que "no comulgamos". Con mis respetos a todos los auténticos católicos, que no son culpables del despilfarro de este montaje en la época de crisis que estamos atravesando y con tanta hambre en el mundo, especialmente en el llamado cuerno de África, asolado en estos momentos por la peor hambruna de los últimos 60 años y las epidemias que van apareciendo.
Es indignante que el Gobierno de España, un país laico, nos obligue a soportar lo que para muchos ciudadanos, católicos y no católicos, entre los que me incluyo, es una puesta en escena farisea que seguramente haría enfurecer al mismo Jesús, a quien le bastaba una simple roca para predicar, y quien, con total seguridad echaría a latigazos a tanto mercader del templo (en aquellos tiempos no había antidisturbios).
Qué cosas tiene la vida... resulta que si sobrevivo es gracias a la iglesia católica: desayuno en las Misioneras del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada, voy a comer a diario al comedor social de Hijas de La Caridad desde hace cuatro años, en donde, además, utilizo los servicios básicos de ducha y lavado de ropa, Cáritas se ha hecho cargo de las cuotas de mi comunidad de propietarios habiéndome salvado de vivir en la calle, porque sigo sin percibir mi pensión de la Seguridad Social y tampoco recibo nínguna prestación o ayuda de Servicios Sociales, a pesar de ser persona con discapacidad por enfermedad. Verdaderamente tengo que estarles muy agradecida y me considero afortunada. Nunca me preguntaron si era atea, creyente o qué para darme de comer.
Joseph A. Ratzinger, alias Benedicto XVI, no debería marcharse sin visitar antes la Cañada Real, a tan sólo 14 kilómetros del centro de Madrid, en donde cientos de ratas conviven con niños y adultos, en la absoluta miseria. Los jóvenes de este poblado no cuentan para la "JMJ". Esos jóvenes sin escolarizar que viven en condiciones infrahumanas por lo visto no son hijos del mismo dios que el del sucesor de Pedro o vicario de Cristo, como se conoce al Papa.
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